8 de septiembre de 2009

La maleta llena de vacíos

Cuando somos pequeños, nuestras madres y padres se afanan en prepararnos las maletas cuando, por algún motivo, tendremos que pasar unos días fuera del hogar. No se olvidan de camisetas, pantalones, gorras o ropa interior, sin dejar de un lado las chanclas, la crema del sol, el neceser... Y por supuesto, siempre queda un rinconcito para meter juguetes o aquellas cosas que nos puedan amenizar la estancia fuera de casa. Por si fuera poco, siempre hay sitio en el maletero del coche para más juguetes, para la bici, para un par de balones... cosas que para un niño, son cotidianas y necesarias. Con el equipaje listo, el viaje ya puede comenzar.


Pero hay otras maletas, que aún siendo también de niños y niñas, no pueden llevar aquello que desean los más pequeños. El balón, debe dejar paso a la comida, los juguetes tienen que dejar espacio para útiles de la vida, y así se va llenando un equipaje con un límite establecido.

Dejar atrás la bicicleta, el balón, los cochecitos y algún que otro juguete, debería ser difícil de comprender para cualquier niño. Pero por contra, la necesidad ha enseñado a muchos, que no hay espacio para todo, y la prioridad establecida difiere de la soñada.

Aún así, la maleta va cargada de ilusiones, de sueños, de alegrías, de recuerdos. La maleta está mucho mas llena que la de cualquiera de nosotros, porque en ellas, todo es útil, todo es bien recibido, todo es necesario.

Ojalá, algún día te pueda ver pedaleando libremente en tu tierra, con tu bici y con tus sueños cumplidos.

1 comentario:

Nacho dijo...

Eres bueno, primo, eres muy bueno